El Paseo de las Delicias: un muro de defensa artístico para contener el Guadalquivir

El Ayuntamiento va a restaurar los bancos regionalistas que diseñaron Sanz Larumbe y Vicente Traver en 1917

Más allá de las murallas apenas había arenales pantanosos e insalubres. Así era la desembocadura del Tagarete al salir por la Puerta de Jerez, junto a San Telmo, un terreno yermo y abandonado inundado cada vez que las aguas del Guadalquivir sobrepasaban el muelle de Nueva York. La zona la transformó el asistente Arjona en 1830 convirtiéndola en los jardines de María Cristina, y embelleciendo el antiguo paseo de la Bellaflor—hoy de las Delicias— plantando árboles y vegetación exótica y colocando fuentes, estatuas o jarrones de mármol hasta convertirlo, en poco más de 20 años, en el paseo más agradable y concurrido de la Sevilla del Romanticismo. Aquella estampa se reprodujo en múltiples pinturas costumbristas, grabados y las primeras fotos con daguerrotipo. Pero aquel lugar seguía teniendo un grave problema:se inundaba en un abrir y cerrar de ojos con las crecidas del río. 

Luis Cernuda en los bancos de las Delicias, en 1934
Luis Cernuda en los bancos de las
Delicias, en 1934 – ABC

Por ello, en 1903, ante la necesidad de contener al Guadalquivir, se idearon dos proyectos que dieron origen a un nuevo sistema de defensa de la ciudad: el de Moliní, preocupado por cuestiones de navegación y portuarias; y el de Sanz Larumbe, con una finalidad de protección ciudadana. Del primero de ellos sobrevino la Corta de Tablada que, al rectificar el cauce del Guadalquivir, mejoraba las condiciones de desagüe. Y, el segundo, planteaba la necesidad de «reconstruir la ciudad». Es decir, había que elevar la rasante del suelo a una altura que no pudieron alcanzar las aguas. Su idea era que, en 150 años, el punto más bajo de la ciudad estuviera metro y medio por encima del nivel más alto alcanzado por el Guadalquivir en la riada de 1892. Mientras esto se fuera desarrollando, planteó una defenda provisional que tenía como reto compatibilizarlo con la reurbanización de todo el entorno del río con motivo de la Exposición Iberoamericana. Así, se debía desviar el Tagarete hasta el Tamarquillo a la altura de la Cruz del Campo para que desembocara en el Guadaira. Y, por otro lado, ampliar el muro de defensa construido en el siglo anterior desde el Puente de Triana hasta la avenida de María Luisa. 

El paseo de las Delicias antes de la construcción del muro de defensa
El paseo de las Delicias antes de la construcción del muro de defensa – Beauchy

Para ello, encargó a Vicente Traver el diseño de un muro de ladrillo rojo con bancos del mismo material encastrados en el mismo cada 25 metros. Así, en 1917, se levantó esta muralla contra el río de estilo regionalista y con unos bancos que cambiaron la fisonomía del lugar y hasta el esparcimiento, de cara a la «nueva» Sevilla que estaba levantándose de cara a 1929. En aquellos bancos de ladrillo se fotografiaron desde Luis Cernuda hasta los astilleros del puerto, del acemilero al mismísimo Alfonso XIII. 

Dibujo de Vicente Traver con el diseño de los bancos de las Delicias
Dibujo de Vicente Traver con el diseño de los bancos de las Delicias – ABC

Sin embargo, el proyecto a largo plazo de Sanz Larumbe siguió hacia adelante: la ciudad se fue elevando. Y así, en 1962 y 1971 el Paseo de las Delicias perdió hileras de árboles para ganar calzada y homogeneizarla con la avenida de la Palmera, elevando la cota del acerado que llegó a tapar el asiento de esos bancos tan característicos del urbanismo de la Sevilla regionalista, que quedaron inservibles. En 2008, se aprobó el proyecto de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir para recuperar el antiguo muelle de Nueva York y, asimismo, de los 14 bancos del muro de defensa entre los puentes de San Telmo y de Los Remedios. 

El Paseo del Cristina en 1833, tras la reforma de Arjona
El Paseo del Cristina en 1833, tras la reforma de Arjona – ABC

La restauración

Sin embargo, la conservación de estos elementos se ha ido alternado por el vandalismo y por la suciedad generalizada y la humedad. Los bancos están llenos de contaminación ambiental con una costra negra que impide que a nadie que por allí pasee le apetezca sentarse a mirar el paisaje. También se ha disgregado el bizcocho del ladrillo y la arcilla. Pero, sobre todo, la principal patología que sufren y que más daña su imagen es la pérdida de los elementos compositivos: han desaparecido los remates de barro cocido, apenas tres de los bancos conservan todos sus elementos y, los demás, presentan grandes lagunas por la desaparición de las bolas y la fragmentación de los pedestales donde se asentaban. 

La situación actual de los bancos del Paseo de las Delicias
La situación actual de los bancos del Paseo de las Delicias – ABC

Por ello, la Gerencia de Urbanismo va a invertir 46.500 euros en recuperar estos elementos ornamentales utilizando los dibujos originales de Vicente Traver y las fotos del primer tercio del siglo XX. La Comisión de Patrimonio ha dado ya luz verde a unas obras que comenzarán en breve y que devolverán la imagen que tuvo antaño este paseo principal de Sevilla.

El muelle de Nueva York y el embarcadero de los Montpensier (bajo un toldo)
El muelle de Nueva York y el embarcadero de los Montpensier (bajo un toldo) – Luis León Masson (atribuida)

El embarcadero y el túnel secreto del duque de Montpensier

Apenas dos años después del proyecto de Sanz Larombe, en 1905, se construyó el muelle de Nueva York, denominado así porque desde él partían las líneas marítimas hacia Estados Unidos. Allí, no obstante, había antes un embarcadero cerrado que, mediante un túnel, conectaba el palacio de San Telmo con el río. Se trataba de un embarcadero recubierto por un toldo, que escondía la ruta secreta de escape de Antonio de Orleans, quien se había granjeado multitud de enemigos al aspirar a la Corona de España. Desde allí, en caso de necesidad, huiría hasta Sanlúcar de Barrameda.

El duque de Montpensier mandó levantar un pasadizo que conectara con las dependencias de su mansión barroca, aprovechando que el muelle por aquel entonces apenas tenía explotación portuaria. En ese túnel, según cuenta Vicente Lleó Cañal, se encontraba una embarcación lista para la huidahacia la desembocadura del Guadalquivir, ya que su posición contraria a Isabel II le generó enemigos como Juan Prim o Amadeo de Saboya.

Fuente: ABC

Redacción

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