Javier Imbroda, el campeón de la cancha que triunfó en la política

El consejero andaluz de Educación y Deporte falleció en Málaga de un cáncer a los 61 años

Entre sus mayores logros como político, sacar la ideología de las aulas o recuperar para el reporte el estadio de la Cartuja

Javier Imbroda

Hasta casi el pitido final, Javier Imbroda (Melilla, 1961) estuvo trabajando. Pero no sólo. También motivando a todo su entorno. Igual que cuando dirigía los banquillos. Lo de rendirse no iba con él. «Insuflaba pasión en lo que hacía y contagiaba de ánimo y de fuerza a quienes le rodeaban», escribió ayer el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno. 

El exseleccionador nacional de baloncesto deja un hueco insustituible en el Gobierno andaluz, donde era consejero de Educación y Deporte desde 2019, pero es mucho mayor el vacío que deja en sus compañeros de gabinete, en la política, en el mundo del deporte y en Málaga, su ciudad. La Junta ha decretado tres días de luto por su desaparición en reconocimiento «a su compromiso con la democracia, los valores humanos y la autonomía de Andalucía». 

Imbroda murió en la tarde del sábado. Sólo tenía 61 años. Casado en segundas nupcias, deja dos hijos que lo veneran. La familia está rota. Una vez más, el cáncer. Otra vez se van los mejores. El dicho habitual. El lugar común, esta vez ineludible en la crónica de una pérdida terrible. La noticia que no se hubiera querido escribir.

El titular de Educación llevaba luchando contra la enfermedad varios años. Con fases peores pero muchas mejores. Con esperanza en la curación. «No he conocido otra cosa en la vida que no haya sido luchar», le dijo emocionado al diputado socialista Juan Pablo Durán cuando en diciembre pasado le mandó ánimo en su pelea desde el escaño. Este lunes pasado comentó a alguno de sus compañeros de gobierno que se encontraba mejor. Pero su cáncer de próstata se había complicado en los últimos tiempos con metástasis en el hígado. Los minutos de la basura, esta vez, habían anunciado ya cuál sería el resultado. Maldito marcador.

«Ya pienso en semanas, no en años», reconocía a ABC en la última entrevista que concedió a este medio. Corría septiembre de 2021. Sin temor ni rubor nunca a hablar de ella, Imbroda hacía patente ya que la terrible enfermedad había distorsionado su forma de medir el tiempo.

Pero nunca quiso rendirse. La suya ha sido la pelea de un titán contra la dolencia. «  Tenemos que luchar hasta el último aliento porque se puede salir, aunque todo se vea oscuro», afirmó en la carta en la que reveló su padecimiento en noviembre de 2017.

Un ejemplo de superación constante, apreciado en su ciudad, Málaga, pero que por su temperamento y su energía vital dejaba huella allí donde se encontraba. Cuentan compañeros del Ejecutivo andaluz que por su humanidad, por su afán de superación, se había convertido en una pieza indispensable del mismo. Y que no eran escasas las ocasiones en que el mismo presidente, Juanma Moreno, recurría a él como consejero aúlico para conocer sus impresiones en torno a temas muy diversos. «Alejaos de la tristeza, porque con la tristeza no se llega a ningún lado», escribió ayer el líder del Ejecutivo en la emotiva carta in memoriam que le escribió. «Era el pegamento de todo el equipo», afirmaba ayer en el cementerio una consejera.

Imbroda, nacido en Melilla (su hermano Juan José ha sido presidente de la ciudad autónoma entre los años 2000 y 2019), deja un vacío enorme en la política andaluza y en Ciudadanos, el partido al que ha permanecido fiel desde que Albert Rivera lo incorporara al entonces ilusionante proyecto. 

El suyo, para las listas de Cs por Málaga en 2018 como independiente, fue un fichaje estelar, pero del que se desconocía el recorrido que pudiera tener. Sobre todo porque pocos confiaban en que se pudiera producir el vuelco político en Andalucía. Él sí. «Estoy ilusionado y veo posible el cambio», afirmó a ABC ese mismo año, poco antes de las elecciones. El periodista se fue de aquella entrevista con sonrisa displicente. Toma remontada. 

Hubo cambio. Y obtuvo premio. Tras las elecciones y el pacto de gobierno PP-Cs, fue nombrado titular de la cartera de Educación y Deporte. Antes, había vendido todas las acciones de las empresas que regentaba. Pues Imbroda, además de docente, político y deportista, fue un empresario de éxito dedicado a impulsar firmas dedicadas a la formación. Con más de ocho millones de euros en el banco según la última declaración de bienes recogida en el Parlamento andaluz no era, precisamente, de los que necesitaba la política para sobrevivir. Un ejemplo, se subrayaba ayer, de otra forma de hacer política.

También ha puesto en marcha numerosos proyectos con el deporte como protagonista. Entre ellos, la Fundación Javier Imbroda, que sin subvenciones públicas atiende a diario a más de un centenar de niños para los que la actividad deportiva es la mejor herramienta de inclusión.

Áulas sin ideología

Al frente de la Consejería de Educación, la suya ha sido una lucha constante primero por desterrar la ideología de las aulas, su principal preocupación desde que accedió al cargo. Y después la de normalizar el sistema educativo, dinamitado por la irrupción del Covid-19 en marzo de 2020 y la declaración de unos estados de alarma que expulsaron a los niños y a los profesores de los colegios.

Por eso su empeño, desde que comenzó a verse que la pandemia había venido para quedarse, fue el regreso de la actividad docente, de manera presencial, lo que se consiguió de forma exitosa en el inicio de curso 2020-2021. Ello, pese a los augurios apocalípticos de muchos que vaticinaron que los centros escolares se convertirían en reservorios del virus.

Como político, Javier Imbroda se definía como «liberal, abierto, inquieto». Moderado y centrista, reivindicaba siempre la necesidad de acuerdos entre los grandes partidos. 

En el centro, de verdad

Por eso no era del agrado ni de la izquierda, que lo veía como un peligro capaz de sembrar las bases de un sistema educativo menos politizado de lo que ha estado tradicionalmente, ni de la extrema derecha. Su oposición a que Vox impusiera el denominado ‘pin parental’ fue fundamental, cuando ya el PP deslizaba en sus discursos mayor flexibilidad a introducir ese mecanismo de objeción de los progenitores.

Prefería hacer a decir. Y durante su mandato, a resultas de las exigencias del Covid, la plantilla docente en Andalucía se ha incrementado de manera notable. Firmó cuatro grandes acuerdos con sindicatos y patronal, sin dejar nunca fuera a la enseñanza concertada, a la que consideraba pilar esencial del sistema. 

Y así, poco a poco, se logró dar respuesta a algunas de las demandas históricas en torno a la mejora de las condiciones laborales de los profesores, considerados ‘autoridad’ en Andalucía desde esta legislatura.

Como titular también de Deporte, su principal hito es haber devuelto la actividad deportiva al estadio sevillano de La Cartuja, monumental emblema del dispendio del dinero público, prácticamente abandonado hace sólo unos años y que el año pasado acogió partidos de la Eurocopa y se ha convertido en sede de la final de la Copa del Rey. Cada vez que vuelva a sonar allí el himno nacional seguro que desde arriba esboza una sonrisa. Descanse en paz.

Fuente: ABC

Redacción

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