Vicente Bermúdez, el paciente más días ingresado: «Dos médicos de la UCI me han traído del otro barrio»

El médico de familia que ha pasado diez meses hospitalizado en el Reina Sofía, relata su batalla contra el virus

El perfil de whatasapp de Vicente Bermúdez es de un corredor con el dorsal 44 en una triatlón con un físico envidiable. A punto de cumplir 61 años, este médico de familia en el ambulatorio del Aeropuerto ha sido el paciente que más tiempo ha estado ingresado tras contraer Covid-19 en un Hospital. Vicente ingresó el pasado 18 de marzo en el Reina Sofía, en la eclosión de la pandemia y fue dado de alta este pasado miércoles 20 de enero. En total 10 meses -tres de ellos en la UCI- entre batas blancas y conectado semanas a un respirador.

Vicente relata muy emocionado a ABC, frenado por algunas lagunas -entiende que su memoria ha borrado lo malo- cómo ha sido su paso desde que fue ingresado a las 3 de la mañana de ese fatídico 18 de marzo en la UCI del Hospital Reina Sofía de Córdoba cuando creía que sólo tenía un catarro o cómo fue su despertar tres meses después pero con unas secuelas que lo mantienen dos veces por semana en diálisis, y cogiendo fuerzas en sus piernas

Hubo momentos críticos en su periplo por el hospital, y el reingreso en la UCI en diciembre, cuando todo parecía complicarse. Sin embargo, de todo eso salió y está en casa. No es un superhéroe, el poder haber salvado la vida lo achaca a que era un gran deportista «estaba hecho un caballo» asegura, -con tres triatlones a sus espaldas y varias maratones- pero sobre todo, por el trabajo de dos médicos de la UCI -de los que prefiere no decir nombres porque asegura que ellos saben quiénes son- a los que le debe que lo hayan traído «del otro barrio», como él mismo reconoce.

La neumonía se desarrolló en sus pulmones en pocos días, porque Vicente sólo tenía, a su entender, síntomas catarrales. La preocupación llegó cuando se tomó la saturación de oxígeno en sangre con un aparato que tenía en casa y no superaba el 80 por ciento. Esa misma noche, este médico recuerda que llamó a su compañero del hospital, le contó lo que había y le dijo que fuera rápido para Urgencias. «Me ingresaron a las 3 de la mañana, y a las pocas horas me bajaron a la UCI y me intubaron; no hubo tiempo de despedidas».

Las visitas desde entonces eran restringidas. Nadie podía estar con él. «Para poder visitarlo desde fuera se iban turnando su mujer y sus hijas para poder verle una hora al día. Pero a la semana se hundieron, los médicos les dijeron lo que había. El pronóstico no era bueno: «iros a casa y si os llamamos es para que os despidáis de él». Vicente cuenta -entre sollozos- que esta frase les rompió el alma a su esposa y a sus dos hijas. Eso también pasó. Ahora se le entrecorta la voz de orgullo porque sus dos hijas han seguido los pasos de su padre, y una de ellas ya trabaja como intensivista en la UCI del Reina Sofía. 

«Lo que más me apetecía era un cocido en casa»

De ese momento crítico han pasado 10 meses, o lo que es lo mismo 300 días, por lo que al salir del hospital a Vicente lo que más le apetecía era comer en su casa. Lo primero que pidió a las 4 de la tarde a su salida del hospital a su mujer y a sus dos hijas es que le pusieran un cocido. «Me supo a gloria», ha asegurado con una emoción que hace que se corten las palabras.

Al preguntarle a este doctor si pronto volverá a colocarse el dorsal de corredor Vicente reconoce que para eso «queda muchísimo, si es que vuelvo», admite resignado pero con ganas de rehabilitación. 

La Covid-19 le ha dejado secuelas como la necesidad de ir a diálisis dos días por semana, lo que le impide -por el momento- practicar natación, otro de sus deportes favoritos. A este se le une una neuropatía en las extremidades que no sabe a ciencia cierta si provocada por su prolongado ingreso en el hospital o por las propias secuelas que deja el coronavirus en el cuerpo.

De su despertar en verano, meses después de que fuera ingresado, sólo tiene algunos flases o fotogramas, «pero apenas puede ponerlo en pie», admite. Lo que sí recuerda es que lo subieron a planta, pero al mes volvió a empeorar su situación y volvió a la UCI a primeros de diciembre hasta que le dieron el alta, ya bastante recuperado. Pocos recuerdos le han quedado de las visitas de su mujer e hijas o sus comentarios mientras estaba ingresado. 

El cómo se pudo contagiar es una incógnita. En aquellos momentos se sabía poco o nada de este virus. De hecho, las autoridades sanitarias en esos momentos pedían que no se pusieran mascarillas para no alarmar a la población, recuerda ahora como uno de los grandes fallos en la pandemia. «No tengo personalidad miedosa, estuve por ponérmela pero finalmente no lo hicimos». No sabe si fue algún paciente de su consulta donde veía esos días por las fechas que eran «catarros comunes» o de su actividad como cirujano en Cirugía Menor una vez a la semana, donde ahí era mucho más cercano el contacto físico con el paciente sin ningún tipo de protección. Nadie se contagió en el entorno familiar o de amigos; «ninguno ha caído, sólo tengo ahora con Covid a dos compañeros de promoción, y con carácter leve», cuenta Vicente.«No nos pusimos mascarillas porque aunque lo pensamos la Autoridad Sanitaria dijo que crearíamos alarma»

«La únca posibilidad que veo es que fuera durante las cirugías menores porque al resto de mis pacientes a los que conozco bien porque llevo más de diez años con ellos, no tuvieron ningún problema», asegura este médico de Atención Primaria intentando buscar el origen del contagio. 

Vicente lleva toda su vida de médico de familia, y hacía una década que estaba en Córdoba después de pasar más de 15 años con una plaza en un centro de salud de Castilla La Mancha. El cuál es su situación ahora reconoce que a él «lo que más me trastorna emocionalmente, el no poder practicar deporte, y que la situación en la que me encuentro sea indefinida; no sabemos si me recuperaré del todo o hasta dónde podré hacer ejercicio». De momento, en casa Vicente ya ha comenzado a recuperar fuerzas con unas pesas, sigue a rajatabla la gimnasia respiratoria para minimizar las cicatrices que la Covid ha dejado en sus pulmones, y está esperanzado en volver a andar como antes. 

Lo que ha mantenido a Vicente todo este tiempo esperanzado es que admite que no tiene miedo, «por mi carácter no he llegado a tener miedo en ningún momento», lo que le permite volver a vivir.

Fuente: ABC

Redacción

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