El dolor que provoca no poder cerrar el duelo por el coronavirus

No pudieron cerrar el duelo. Muchos murieron sin poder despedirse de sus seres queridos o acompañados por sus familiares. El «bicho», como le llaman popularmente al virus en muchos hospitales los pacientes que se han visto infectados, ha trastocado la vida de más cerca de 900 familias en Andalucía. Cuando ha querido llevarse por delante sus vidas, sólo nos quedan los testimonios. Son su último homenaje, sus recuerdos.

«Rezo por él como si fuera a mejorar»

El sobrino de José Calabrús en Jaén

«Rezo por él como si fuera a mejorar. Todavía no me ha llegado el vacío». José Calabrús no se hace a la idea de que su sobrino Javier ha fallecido víctima de coronavirus. Lógico: compartía charlas y afición (la caza) con una de las personas más queridas de la ciudad de Jaén. «En mi página de Facebook contabilicé en unas horas 1.300 comentarios de pésame», aclara. Javier, según rememora su tío, era un empresario de 51 años que siempre hizo el bien, no pidió nada a nadie y era todo generosidad. De manera que, según su vaticinio, «habría asistido una multitud a su entierro». Sin embargo, solamente dos de sus hermanos se desplazaron al cementerio, dada la orden de incinerar sin velatorio a las personas fallecidas por el covid-19. Para José Calabrús la situación es terrible porque impide a la familia consolarse junta de la desgracia. Alude, especialmente, a la desolación que envuelve al padre de Javier, contagiado también, que se recupera de la enfermedad en su domicilio, del que su hijo salió para ingresar en la unidad de cuidados intensivos de un hospital de Jaén. «Fue la última vez que lo vimos». La familia, incluido Javier, se reunió el segundo domingo de cuaresma para participar en la procesión de la Virgen de las Angustias de Torredonjimeno. Fue una jornada alegre. Pocos días después el empresario enfermó. «Todo ha sido tan rápido que es difícil creer que ya no está con nosotros», añade José, quien lamenta que el confinamiento le haya impedido despedirse de su sobrino. 

Les informaron por el móvil

La tía de Montserrat Cabello, en Málaga

Montserrat Cabello ha perdido a su tía por coronavirus esta semana. Estaba en una residencia e ingresó en el Hospital Clínico Virgen de la Victoria. Tras el óbito no se ha podido despedir como su tradición cristiana hubiera deseado. Llamaron a su hermano y le comunicaron la muerte, así como que el cadáver se lo llevaban a Vélez-Málaga para su incineración. Luego, un mensaje al móvil les informó que iba al crematorio de Álora. La funeraria le dijo que los avisarían para llevarles las cenizas o para que pasaran a recogerlas. Ni una oración por el alma de la difunta. «Nos hubiera gustado despedirnos. Lo haremos cuando esto pase en nuestra parroquia con sus cenizas», asegura con resignación, antes de avisar que este tipo prohibiciones tendrán consecuencias. «Va a dejar secuelas en mucha gente. Puede haber duelos patológicos por la imposibilidad de despedirse de los seres queridos», afirma Cabello, que es enfermera del hospital donde falleció su tía. 

«Fue a operarse y no volvió»

La pena de Antonio Ferre en Almería

«Hoy es un día triste, acaba de fallecer mi tío por Covid-19», anunció Antonio Ferre en redes sociales el 24 de marzo. Este almeriense que reside en Málaga no pudo desplazarse para acompañar a su familia y despedirse como era habitual hasta hace unos meses. Lo que más siente Antonio es no haber tenido la oportunidad de hacer un funeral. «Es muy duro recibir una llamada a las cuatro de la tarde y que te confirmen su muerte, así como su esposa que a pesar de estar en cuarentena no le han hecho una prueba», explicó. Su tío, de 72 años, tuvo que ir a un hospital de Granada para someterse a una operación de corazón. Sin embargo, no llegaron a intervenirle y «se vino con el coronavirus de regalo». Esta circunstancia también ha supuesto un bajón emocional para sus padres, de avanzada edad que conviven con su hermano. «Tengo la sensación de que estamos enterrando a las personas como objetos. No podemos abrazarnos, te enteras y no puedes despedirte ni tener el consuelo de tu familia», indica Ferre.

«Esto nos va a venir largo»

Al primer médico fallecido en Andalucía

Esto del coronavirus nos va a venir largo: a la consulta no dejan de venir pacientes con problemas de respiración, bastantes de ellos de fuera de E spaña». Ése fue el comentario que Manuel Barragán, el médico del centro de salud de Levante Sur fallecido por el Covid-19, a su mujer pocos días antes de entrar en la UCI del Hospital Reina Sofía, de la que ya no salió. «Estaba en la flor de la vida, como quien dice: se iba a jubilar pronto y teníamos todo preparado para irnos a vivir a Conquista, que es mi pueblo, y en el que ya nos habíamos hecho una casita», relata la viuda del doctor de 64 años que, el pasado 25 marzo, fue la primera víctima mortal de la pandemia del sector sanitario de Andalucía. Manuel Barragán era un médico de familia. ¿Cómo se contagió este doctor natural de Aguilar de la Frontera que prestaba su servicios desde hacía más de una década en el centro de Atención Primaria anexo a la calle Sagunto? ¿Tenía patologías previas? Uno de los médicos que ha trabajado codo con codo con Barragán en los últimos años, Manuel Salcedo, asegura que no hay una conclusión clara para la primera pregunta: «Es verdad que a nuestras consultas venía mucha gente, no paraban de entrar y de salir pacientes, pero Manolo pudo haber cogido el coronavirus en cualquier sitio en esas mismas semanas. Quién sabe», resume. A la segunda cuestión responde la mujer del doctor Barragán: «Mi marido estaba sano, se tomaba solo una pastilla para la tensión, no tenía ninguna enfermedad. Murió el 25 de marzo y lo ingresaron en la UCI el día 20, cuando se lo llevaron de casa en una ambulancia y ya no volví a verlo. Hasta el día 13 estuvo trabajando y llevaba una semana o así quejándose de que andaba cansado, de que había perdido el apetito…», recuerda Emilia, que no pudo hablar con su esposo durante el tiempo que estuvo hospitalizado ni pudo asistir a su funeral. «Lo hemos enterrado en Conquista, donde nos íbamos a ir a vivir cuando se jubilara; tenemos muy buenos recuerdos del pueblo, ya que nos conocimos en la romería de allí», añade la mujer. «Dos familiares nuestros que viven en Conquista fueron al cementerio, pero yo no pude despedirlo», se apena.

«No ha tenido una muerte digna»

Habla el nieto de Antonia en Cádiz

José Antonio Machado era nieto de Antonia, que falleció con 97 el pasado día 2 por «posible Covid-19», según consta en el parte de defunción, aunque no ha sido sometida a ningún test ni autopsia y obligaron a enterrarla ese mismo día. Se trata de una de las 15 personas que han fallecido en la residencia Nuestra Señora de los Remedios de Ubrique en las últimas semanas. Su nieto se muestra indignado por el trato que asegura ha recibido de dicho geriátrico y denuncia las condiciones en las que ha fallecido su abuela: «Ha sido todo un despropósito. Mi abuela no ha tenido una muerte digna y la dejaron fallecer en el asilo sin la atención sanitaria necesaria en pleno siglo XXI». Según explica, cuando fallecieron dos ancianos intentó sacar a su abuela «pero nos dijeron que eran muertes y que todo estaba bien. Las muertes siguieron y ya no nos atendían ni siquiera al teléfono». La última vez que vio a su abuela fue gracias a una videoconferencia que facilitó una trabajadora una semana antes de fallecer «y estaba bien». El 28 de marzo, José Antonio consiguió el número de una residente con la que habló pasadas las diez de la noche «que me contó que llevaban sin comer nada desde el desayuno y sin medicación, y que a mi abuela la habían acostado. Días después me enteré que la habían sedado porque se había puesto muy nerviosa. Ella estaba bien de salud, su único problema es que no veía bien. Llamé a la Policía Local que me dijeron que no podían hacer nada. La alcaldesa argumentó que era responsabilidad de la Junta de Andalucía. El caso es que nadie intervino y para mí se ha incurrido en un abandono». 

«En la UCI tuvieron humanidad»

A Quevedo le dejaron despedirse de su mujer 

Isabel Franco falleció a los 58 años con Covid-19 el pasado día 2 en el hospital de Jerez. Tenía patologías previas. Tras varios días en casa con fiebre y dificultad respiratoria, su marido la llevó al hospital, donde la ingresaron en UCI con una insuficiencia respiratoria grave. Juan González de Quevedo se queja del trato que asegura recibió en Urgencias por la falta de información, pero no tiene palabras de agradecimiento suficientes para el personal de la UCI del hospital de Jerez. «Me hicieron incluso una videollamada para que viera a mi mujer, que estaba ya intubada y sedada. El día 2 me llamaron para decirme que había fallecido, pero sé que no ha sufrido. No paraba de llorar y me fui al hospital pese a que me advirtieron que no podía hacer eso. Me pusieron un equipo de protección, el mismo que usa el personal médico, y me tuvieron que quitar la mascarilla varias veces porque me asfixiaba. No sé cómo pueden aguantar ellos. Pude despedirme de mi mujer. Pude tocar su cara, su pelo y sus manos. No tengo palabras para darles las gracias». Por otro lado, denuncia las dificultades en el tanatorio para despedirse de su mujer y que no le daban sus restos mortales tras ser incinerada. «Me asesoré legalmente y los abogados me dijeron que podía exigirlos», añade.

Con información de J.J. Madueño (Málaga); Soraya Fernández (Cádiz); Raquel Pérez(Almería); RosaFont (Huelva); Baltasar López (Córdoba) y Javier López (Jaén).

Vía: ABC

Redacción

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