Dicen que cuando amenaza un tsunami, el mar se retira poco antes y una calma tensa lo invade todo. El viento sopla diferente y en el aire flota un ambiente extraño. Esta sensación de amenaza es la que ha provocado la tercera ola del coronavirus en la sanidad pública andaluza, en términos usados por el propio consejero de Salud, Jesús Aguirre, y éste es el contexto en el que desde mañana el nuevo Hospital de Emergencia Covid-19, en el antiguo Vigil de Quiñones, empezará a recibir enfermos positivos como vía de desahogo del resto de centros sanitarios de la provincia.
A escasas horas de la entrada de ese primer paciente que pondrá fin a una debacle que comenzó hace más de 15 años, entre expolios, abandono, vandalismo y guerras políticas, y en un momento en el que la actividad sigue siendo frenética tanto fuera como dentro de la mole de hormigón del Hospital Militar, el centro abre sus puertas a Diario de Sevilla en una visita a las entrañas de unas remozadas instalaciones con las que la provincia sevillana entra de lleno en la sanidad del siglo XXI.
Quien acceda por primera vez al nuevo hospital se quedará realmente sorprendido por la vasta amplitud de pasillos, boxes, habitaciones y demás dependencias, así como por la sucesión de equipamientos tecnológicos de última generación que se aprecian en todos y cada uno de sus rincones. Unas instalaciones en las que, según subraya el subdirector gerente del Hospital Virgen del Rocío, y gerente adjunto en el ámbito del Hospital Militar, Luis Martínez Hervás, se ha pensado «minuciosamente» en la «confortabilidad de los profesionales para que trabajen con la máxima comodidad, dentro de la tensión que implica un hospital en esta época tan dura».
La primera impresión que ofrecen estas instalaciones, en cuya primera fase se han invertido finalmente 15,6 millones más otros seis en equipamientos, es, curiosamente, la de no estar en un recinto sanitario. La luz natural se desborda por las estancias, los tonos blancos y grises llaman a la serenidad, y los amplios ventanales acaban con cualquier tipo de claustrofobia.
Como hospital dedicado a la atención de enfermos Covid, tanto su estructura como su señalética está muy trabajada para permitir un tránsito claro y cómodo por el interior, con especial cuidado en la definición de los circuitos de limpio y sucio. El centro cuenta con una zona de limpieza para el personal y descompresión con acceso directo desde la calle e igualmente para su desinfección a la salida. «Al ser un hospital nuevo, y por el momento en el que se pone en marcha, ya se ha diseñado de tal manera que los circuitos de sucio y limpio no se junten, eso no quiere decir que el sucio implique siempre una contaminación directa, pero sí el transito de material ya usado. Todos los pasillos son paralelos para poder así garantizar esos movimientos», explica, igualmente, Martínez Hervás.
Este edificio, que depende funcionalmente del Virgen del Rocío, no funcionará como un hospital al uso. No hay Urgencias y sólo recibirápacientes derivados del resto de centros de la provincia cuando sus capacidades no puedan absorberlos. Es por ello que existen unos criterios específicos de ingreso. «La llegada de los primeros pacientes se hará de forma coordinada desde la dirección general de asistencia sanitaria y de forma operativa con el gerente provincial de Sevilla, que es el de Virgen de Rocío. En cada centro habrá una persona de referencia que será la que entre en contacto con este hospital para ver si se cumplen los requisitos de derivación. Los pacientes que lleguen aquí lo harán con su cama ya asignada», aclara la directora médica del Hospital Virgen del Rocío, Charo Amaya.
En el edificio no hay Urgencias y sólo recibirá pacientes derivados del resto de centros de la provincia
El periplo comienza en la planta baja donde nada más cruzar la puerta de entrada se encuentra la zona de Admisión, que acogerá a los enfermos que posteriormente serán trasladados a la segunda o sexta planta, según su gravedad. Se trata de un amplio hall de entrada desde donde se puede apreciar un espacioso sistema de distribución al resto del hospital a través de escaleras y ascensores.
Por orden ascendente y, tras una primera planta donde se ubican los puntos de radiodiagnósticos e imagen, en el segundo nivel está la UCI. Hasta 25 boxes individuales de Cuidados Intensivos de última tecnología, y distribuidos en tres módulos independientes con un control de enfermería en cada uno de ellos, de los que con la primera fase sólo empezarán a funcionar ocho, totalmente equipados con todos los sistemas para el movimiento de los pacientes, monitorización y respiradores que el enfermo crítico de Covid necesita. Aquí el espacio no es problema porque el nuevo hospital se ha hecho conociendo ya las necesidades que estos pacientes requieren. «Se ha tenido muy en cuenta que una de las terapias que han resultado más efectivas en estos pacientes han sido las pronaciones continuas y para ello se requiere amplitud de movimiento», destaca Martínez Hervás. Todos los boxes son de presión negativa del aire, que permiten el tratamiento integral del paciente Covid-19, y que en la práctica se traduce en un mejor control de los enfermos ya que posibilita tratar de manera segura y eficaz las patologías infecciosas.
También en esta planta está el almacén de la Farmacia Hospitalaria, que al igual que el Laboratorio y Radiología dependerá del Virgen del Rocío, con el que estas zonas estarán conectadas.
El nuevo hospital también ha puesto especial cuidado en las zonas de trabajo. Los médicos disponen de salas de reuniones funcionales, despachos médicos, dependencias administrativas y unas habitaciones para los facultativos de guardia con vestuarios y todo el equipamiento necesario para su descanso en las guardias de 24 y 12 horas.
Subiendo desde la UCI se accede a una tercera planta «de instalaciones», según la han definido los gestores del centro, donde están las maquinarias de aire acondicionado, gas o reciclaje, y de aquí se llega a la zona de hospitalización. Tres plantas –la cuarta, la quinta y la sexta– de las que sólo entrará en funcionamiento mañana ésta última. El salto de calidad que supondrá el nuevo recinto hospitalario se hace también evidente en las habitaciones. Hay detalles llamativos en las habitáculos de ingreso, como los ventanales que ocupan una franja completa de la pared exterior, la luminosidad y los baños adaptados donde el paciente podrá moverse holgadamente.
Aunque está prevista la puesta en servicio de hasta 144 camas, que se abrirán progresivamente según demanden las necesidades, serán 47 las que se podrán empezar a usar desde mañana, distribuidas en un 50% entre cuartos dobles e individuales, igualmente preparados con doble equipamiento por si en algún momento se produce una situación extraordinaria. Las doble son todas de presión negativa para un mayor aislamiento y todas cuentan en sus puertas con un amplio ojo de buey «para un mejor control de enfermería sin una exposición innecesaria», destaca Martínez Hervás.
Con todas las infraestructuras a falta de los últimos detalles, para que este nuevo pulmón asistencial cobre vida son necesarios pacientes, y, en su mayoría, profesionales. La llegada de ambos está prevista desde mañana lunes. Los cálculos oficiales hablan de 400 trabajadores de todas las categorías para cuando esta primera fase empiece a funcionar al cien por cien de su capacidad, pero la plantilla del centro se irá cubriendo de forma gradual. Según una previsión inicial, serán 282 empleados, entre sanitarios y demás puestos necesarios en el día a día de un hospital, los que conformarán la primera plantilla de profesionales que darán por inaugurado al nuevo Hospital Militar. Entre ellos destacan los médicos, que serán 17 (Medicina Interna, Neumología, Infecciosos, Farmacia), todos del Virgen del Rocío, y los enfermeros, que superarán los 80. Estos puestos han sido cubiertos con traslados voluntarios del personal veterano del hospital de referencia, pero también han sido necesarios desplazamientos y nuevas contrataciones, que estarán acompañadas por personal más experimentado a los que se incentivará para su traslado. «La filosofía del nuevo centro es que trabajen en él veteranos con personal nuevo que se vaya adiestrando», señala Martínez Hervás, que indica que en el centro se cumplirán «las ratios escrupulosamente». «En planta habrá un médico por cada ocho camas, una enfermera por cada ocho camas, un TCAE por cada ocho camas, mientras en UCI será un médicos por cada dos camas», aclara.
Entretanto, y a escasas horas del pistoletazo de salida, el trasiego, la ilusión, el entusiasmo y el orgullo puede respirarse en un centro que desde mañana pondrá los cimientos del necesario cuarto hospital en Sevilla en un momento de lo más oportuno, en plena cresta de la ola del tercer embiste de la pandemia. Con él, el Gobierno de Juanma Moreno cumple con una de sus grandes apuestas de la legislatura y pone fin a más de quince años de abandono de unas instalaciones que llegaron a ser de referencia a nivel europeo con tecnología puntera de la época, pero que pasó a ser objeto de los vándalos desde 2005 cuando el Ministerio de Defensa lo traspasó a la Junta de Andalucía, cuando ya estaba en decadencia.
Fuente: Diario de Sevilla