El caos llega a la noche tras la negativa del Gobierno a alargar el estado de alarma

Las fiestas y botellones desatan las críticas a Sánchez por dejar a las autonomías sin herramientas jurídicas

Gritaban, saltaban, se abrazaban, se servían alcohol. La madrugada del fin del estado de alarma fue demasiado parecida a una Nochevieja prepandemia. En las calles de Madrid, Barcelona, Sevilla, Salamanca o Bilbao los aglomerados celebraban el fin del toque de queda como si fuera el adiós a la pandemia. «¡Libertad!», «¡Se acabó el Covid!», coreaban. Pero tras la fiesta, llegó la resaca. Junto a los llamamientos a la responsabilidad individual, múltiples dirigentes regionales han apuntado de nuevo al Ejecutivo por dejarles sin recursos jurídicos. «Era pronto para pasar de 0 a 100, es una irresponsabilidad por parte del Gobierno», resumió el mismo domingo el vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Francisco Igea, poco antes de que la Justicia canaria recordara con una resolución que el toque de queda, sin estado de alarma, no es posible

Incluso en Madrid, oasis de la ‘libertad pandémica’, se desató el domingo la euforia después de 196 noches cercenadas por el toque de queda. A las 22.00 horas, el centro de la capital ya lanzaba señales de lo que se avecinaba. «A las doce se vienen cositas», vaticinaba una joven de 18 años mientras hacía cola para aprovisionarse de alcohol en una tienda de conveniencia, en el corazón del barrio de Malasaña. Apenas unos minutos antes de las 23.00 horas, el toque de queda aún vigente, estalló el caos en una estrecha calle de adoquines. Un centenar de personas saltaban, cantaban, alzaban las botellas y las copas para brindar por la «libertad». Las mascarillas desaparecían entre trago y trago. La Policía intentó disolver a la masa desaforada, también a poco más de un kilómetro, en la Puerta del Sol. Pero los fiesteros sabían que estaban en tierra de nadie, que en tan solo 60 minutos moriría la medida más estricta decretada en la región. «¡Tres, dos, uno…!», clamaron algunos a medianoche. La cuenta atrás dio rienda suelta a la fiesta, que se saldó con unas 439 denuncias de la Policía Municipal por consumo de alcohol en la vía pública. 

En Barcelona, la primera madrugada sin toque de queda se saldó con botellones en la playa y en las plazas, macrofiestas improvisadas, y más de 6.5000 personas desalojadas. Con puntualidad británica, a las doce de la noche sonaron los primeros petardos y a los pocos minutos la gente ya empezó a ocupar, cerveza en mano y mascarilla por la barbilla, la arena de la playa y el frío cemento la plaza Universidad o Arc de Triomf. A falta de bares abiertos, buenas fueron las plazas del barrio de Gràcia o el paseo de Born, donde Mossos y Guardia Urbana intentaron, sin demasiado éxito, que la gente respetase las restricciones aún vigentes.

Una imagen que se repitió por toda la ciudad hasta entrada la madrugada y que, según el teniente de Seguridad del Ayuntamiento de Barcelona, Albert Batlle, arroja una estampa preocupante «por ser actos de absoluta irresponsabilidad». Con todo, el consistorio espera que a lo largo de los próximos días la situación se vaya tranquilizando.

Sin estado de alarma ni leyes actualizadas

El problema se veía venir desde hace semanas. Pero, pese a las peticiones autonómicas, el Gobierno rechazó prorrogar el estado de alarma, reformar las leyes sanitarias e incluso consensuar un plan de medidas comunes para el horizonte que abría el 9 de mayo. Con 94.236 contagios en los últimos 14 días y apenas el 28% de la población con al menos una dosis de la vacuna, todos los líderes tenían claro que aún eran necesarias restricciones. «No se puede descartar nada en cuanto a la evolución de la pandemia», reconocía hace unos días Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias.

Calebraciones tras el fin del estado de alarma en Madrid
Calebraciones tras el fin del estado de alarma en Madrid – Guillermo Navarro

«Si se produce la situación de que es necesario volver a decretar el estado de alarma, el Gobierno debería dimitir», dijo ayer claramente Igea. La pandemia no ha desaparecido y los líderes regionales tienen en mente el caso vasco. Allí, hace apenas un mes, la final de la Copa del Rey desató las aglomeraciones. Desde entonces, País Vasco ha visto resurgir los contagios. Hoy la incidencia acumulada de la región es la más alta de España: en los últimos 14 días ha registrado 447 casos por cada 100.000 habitantes y tiene sus UCI al 36,96%. El territorio está en riesgo extremo. «Estos actos no se pueden repetir», dijo Igea. 

Pero las comunidades tienen las manos atadas, denuncian. Las dos veces que Castilla y León ha intentado poner un toque de queda sin amparo del estado de alarma, el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de la región se lo ha echado atrás, igual que hizo ayer el de Canarias. «No existe esa posibilidad porque rozaríamos la prevaricación», aseguró Igea. «Es el Gobierno que ha decidido que decaiga».

También el Gobierno vasco hubiera preferido un cambio «menos abrupto», pero no hubo disposición por parte del presidente del Gobierno, denunció. Pedro Sánchez respondió el viernes a una carta del lendakari, Iñigo Urkullu, en la que pedía la prórroga al estado de alarma después de que el TSJ le denegara las medidas como el toque de queda. «No ha habido mucha posibilidad de diálogo ni acuerdo» con Sánchez, reveló el portavoz vasco Bingen Zupiria. 

Las críticas, especialmente desde el PP, fueron reiteradas. «Con Sánchez pasamos del estado de alarma al caos; será el responsable si hay otra ola sin que las comunidades tengan la ley de pandemias que llevamos ofreciendo un año», recriminó el presidente del PP, Pablo Casado. También el presidente de Murcia, Fernando López Miras, acusó a Sánchez de «desentenderse de la pandemia hace más de siete meses». Sin embargo, también llegaron desde partidos como Ciudadanos, donde fue la vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís, la que tachó de «pesadilla» las imágenes. «Es una insensatez, pero más insensato es que el presidente del Gobierno haya decidido terminar con el estado de alarma y lanzarnos al vacío». Para el líder de Vox, Santiago Abascal, Sánchez ha propiciado el «caos». 

Mientras, las regiones socialistas se limitaron a pedir más responsabilidad individual. El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, pidió «infinita prudencia» a la población. Y la presidenta balear, Francina Armengol, «un último esfuerzo» para «evitar volver atrás». Su región, la única junto a Valencia que ha logrado avalar el toque de queda, también vivió altercados nocturnos, aunque para la delegada del Gobierno en Madrid, Mercedes González, es el modelo a seguir: sugirió ayer a  Isabel Díaz Ayuso que vuelva al toque de queda porque todos los ciudadanos estarían «más seguros», según EP. «Yo pensé que la gente iba a ser más responsable y no ha sido así. Con un toque de queda todos estaríamos más seguros. Hay comunidades que lo han conseguido y otras que no. La que lo han conseguido han tenido una noche más tranquila que las que desgraciadamente no lo tenemos», dijo.

Fuente: ABC

Redacción

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