Elogio a la tostada, por Miguel Ángel Ruiz Anillo

Paseando por Sevilla el otro día me planteo esta reflexión sobre la que les escribo hoy: qué buena está una tostada de jamón con aceite, el desayuno típico andaluz que siempre, por mucho que pasen los años, nunca pasará de moda.

Para los que no les guste este tipo de tostada les amplío el abanico a las de jamón york, o con tomate, con manteca “colorá”, lo que sea. Hasta me vale desayunar unos típicos churros en la vertiente que le guste más a cada uno.

Y ustedes se preguntarán por qué les pido hoy una valoración sobre el desayuno típico andaluz.

Pues lo hago a raíz de ver paseando por las calles la proliferación de establecimientos dedicados a eso que se denomina “brunch”. Esa mezcla de lo que son las palabras «breakfast» y «lunch».

A mí las tibiezas nunca me han gustado y una comida que implica algo intermedio entre la comida y el desayuno me parece que es como quedarse a medias.

Digo esto desde el cariño y el respeto a todos los establecimientos que están estableciéndose en las ciudades. Es cierto que tienen un público joven y en muchos casos venido de otros países donde existe esa costumbre. Pero, en el país del buen comer por excelencia, como lo es España, me parece una pérdida de valores culinarios.

Esto lo enlazo con la necesidad de recuperar esos valores culinarios en nuestras cocinas. No todo debe ser comida rápida en nuestras vidas. Les aseguro que no he encontrado nada más relajante que un rato en la cocina. A mí desde luego me produce esa sensación de bienestar personal.

Sin duda alguna, por su sabor y calidad, por lo saludable de nuestra dieta mediterránea, por la variedad y porque vivimos una edad de oro de nuestra cocina debemos tener en cuenta su presencia en nuestras vidas. Se trata de una gastronomía famosa en todo el mundo y con alto reconocimiento de nuestros chefs. 

Por todo ello, las Administraciones Públicas con competencia en la materia deben apostar claramente por la cocina española, por lo que es parte de nuestra cultura. Independientemente de la Comunidad Autónoma en la que nos encontremos siempre tendremos una oferta variada y de calidad de nuestra cocina.

Así, como reflexión final, decirles que no está mal probar nuevas experiencias gastronómicas de vez en cuando pero sin perder lo que es nuestra esencia y nuestros valores culinarios y culturales. En otro país no lo permitirían.

¡Vivan esas tostadas españolas!

Redacción

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