«Si todos los «sintecho» de Sevilla han dado negativo, es que los test de Covid-19 no son fiables»

Pilar Cordero, vicepresidenta del Colegio de Enfemería de Sevilla, lamenta que se le hagan los futbolistas y no a todos los sanitarios cuando suponen el treinta por ciento de todos los contagiados en Andalucía

Pilar Cordero, la vicepresidenta del Colegio de Enfermería de Sevilla (Badajoz, 1966), es una enfermera de trinchera, aunque tenga dos carreras universitarias (Enfermería y Antropología) y un doctorado en Derechos Humanos. En su consulta, situada en las Tres Mil Viviendas, dispone de un «botón antipánico» conectado a la Policía que pocas veces ha hecho sonar en treinta años. En el centro de tratamiento de adicciones donde ella y otros cuatro compañeros trabajan (un médico, un psicólogo, una trabajadora social y un administrativo) tratan a unos mil pacientes de los que ochocientos son toxicómanos. También atienden a prostitutas, enfermos de VIH, hepatitis y otros con neumonías y EPOC. Cobra un plus de peligrosidad de 35 euros al mes. 

Lleva treinta años trabajando en el Centro de Tratamiento Adicciones del Polígono Sur, uno de los tres que hay en Sevilla capital, junto con el de Polígono Norte y Torreblanca.

Entré con 22 y ya no me he movido de aquí. Las Tres Mil Viviendas es un gran centro de venta de drogas y nuestro centro está situado muy estratégicamente para atender a esta población.

¿Nunca ha querido cambiar de aires y buscar un destino más tranquilo?

Todo el equipo llevamos tres décadas aquí. Este trabajo es muy vocacional.

Tal vez una UCI, incluso en las primeras semanas del coronavirus, hubiera sido menos estresante.

He trabajado poco en UCI y no podría asegurarlo pero sinceramente no creo que lo sea mucho más. A veces esto parece una pesadilla que no tiene fin.

¿Han cambiado las cosas en estos treinta años?

Llegamos a las Tres Mil muy jóvenes con la ilusión de que íbamos a desintoxicar a todo el mundo. El tema está cronificado y no ha podido ser pero hemos conseguido entre todos, al menos, que ya no se pinchen como entonces. 

¿Con metadona?

Con metadona, sí, y también bajando la exigencia. Antes éramos como las monjas: a los toxicómanos les dábamos la metadona si firmaban un papel en el que se comprometían a no consumir drogas y a las tres faltas se les expulsaba del programa. Hemos tenido que cambiar la mentalidad.

¿Es suficiente con la metadona?

Antes lo prioritario era la abstinencia y ahora es reducir el daño de las drogas en la salud de las personas. Pero muchos hacen un mal uso de ella o la venden. A veces dan patadas en la reja exigiendo su tratamiento. 

¿Tienen derecho a exigirlo?

Sí, lo tienen, pero creo que no de esa manera. Además de ese derecho, también tienen deberes que a veces incumplen. No pueden vender la metadona y deben venir a hacer las revisiones médicas. Les damos la medicación que necesitan cada día para que no hagan un uso inapropiado. 

¿En las Tres Mil todo gira en torno a las drogas?

No. Hay gente trabajadora y honrada, pero hay mucha gente castigada por las drogas porque el ambiente es el que es desde hacer mucho tiempo. He tratado a familias cuyos cuatro hijos son drogadictos.

¿Tratan a los padres y a sus hijos?

Y a los abuelos. Tenemos ya tres generaciones en los tratamientos de desintoxicación. Muchos de nuestros pacientes tienen 60 años o más. «En las Tres Mil Viviendas hemos tratado de adicciones a las drogas a los abuelos, los padres y los nietos. Es un problema cronificado»

¿Tienen más problemas en su trabajo con los pacientes de etnia gitana?

Hay problemas culturales. Muchas mujeres gitanas, por ejemplo, no quieren ponerse un DIU. Atiendo a una con ocho hijos cuyo marido es seropositivo. La labor de una enfermera es convencerla. Esa mujer vino a solas pasado el tiempo y me dijo que se lo había puesto sin que su marido se enterara. Me dijo que ya no le iba a hacer otra barriga bajo los efectos de la cocaína. Conseguir que una mujer gitana se ponga un DIU es un gran avance. 

¿Cómo ha afectado la pandemia en las Tres Mil Viviendas?

Por el confinamiento es mucho más difícil conseguir droga y en el centro estamos completamente desbordados. Nuestros usuarios necesitan más metadona o que los ingresen en hospitales. Hay muchos alcohólicos y adictos a benzodiazepinas, cannabis, heroína y cocaína.

Los enfermeros forman el colectivo de población que más se ha contagiado de Covid-19 en Sevilla y Andalucía. En este momento hay de baja por coronavirus 50 enfermeros en el Virgen del Rocío, 93 en el Virgen Macarena y 15 en Valme. ¿Qué le parece? 

El Colegio de Enfermería ha denunciado ante la Justicia y el Defensor del Pueblo la desprotección de los profesionales frente al coronavirus. El treinta por ciento de los contagiados en Andalucía son sanitarios. Hay 40 profesionales fallecidos en España por Covid-19, entre ellos cuatro enfermeros de Jaén, Vizcaya, Madrid y Puertollano. No hemos tenido las medidas de protección adecuadas y éste es el resultado.

¿Las tienen ahora?

Nosotros sólo recibimos del SAS dos guantes y dos mascarillas diarias por persona, aunque también nos enviaron una especie de cascos de protección con nuestros nombres.Las batas que usamos nos han llegado a través del Betis, de hermandades, voluntarios y asociaciones. Los geles también nos llegan a través de ellas. La sociedad se ha volcado con nosotros pero la Administración no ha dado, en mi opinión, la respuesta adecuada.

A pesar de eso, se han mantenido en sus trabajos y no se han pedido bajas.

Ya le dije antes que esto es vocacional. Yo voy mucho al centro de Salud del Polígono Sur por el tema de la metadona y veo a un médico allí que sólo tiene 40 años y que ha estado en la UCI. Y a otra compañera la mandaron a casa por síntomas de Covid-19. Hemos pedido que nos hagan los test porque podemos ser vectores de transmisión. 

Dicen que no es fácil producir tantos test como se necesitan ni tampoco comprarlos fuera de España.

No entiendo que a los futbolistas sí se los están haciendo y a los sanitarios no. Yo creo que no se hacen test a todos los sanitarios porque si se hicieran, la mitad se tendría que ir casa y tendría que dejar de trabajar. Eso dejaría muy desprotegidos a los centros de salud y los hospitales.

¿Cómo es posible que sigan contagiándose sanitarios después de casi 60 días de confinamiento?

En mi opinión, los test que se hicieron al principio no eran muy fiables y dieron falsos negativos. Le pongo un ejemplo: a las 80 personas «sintecho» que están recogidas en un pabellón de Las Letanías para cumplir el confinamiento se les hizo y ninguna dio positivo. Muchos tienen enfermedades y son más proclives a ser infectadas. Y tampoco dio positivo ninguno de otros doscientos «sintecho» que están en otros dos pabellones de la ciudad. Es muy difícil de creer que estos test sean fiables y se está poniendo en juego la salud de mucha gente.A los futbolistas se les están haciendo los test y a los sanitarios no. Creo que es porque se se les hicieran a todos los sanitarios, la mitad tendrán que irse a casa»

Decían muchos sanitarios a ABC en las primeras semanas de la pandemia que «no se sentían héroes pero tampoco querían ser mártires».

Sinceramente no creo que seamos héroes, simplemente hacemos nuestro trabajo. Pero no en las condiciones adecuadas, con mucha precariedad laboral y de medios de protección, especialmente esas primeras semanas.«Se han hecho contratos muy precarios de un mes y hasta de tres días. Una compañera se ha prejubilado como interina después de trabajar toda su vida»

¿Qué opina que haya vecinos que les pidan a enfermeros y médicos que se vayan a vivir a otro sitio hasta que pase la pandemia?

Me parece una gran deslealtad cuando los enfermeros somos los primeros que estamos ahí cuando esa persona que nos pide tal cosa se pone enferma.

Muchos enfermeros han dejado Andalucía por la precariedad laboral y los bajos sueldos.

Desde el año 2000 empezaron a emigrar enfermeros sevillanos y del resto de Andalucía a Portugal e Italia. Desde hace algunos años se van más a Reino Unido e Irlanda. Se han hecho contratos no ya de un mes sino de tres días. ¿Cómo no se van a ir? Hay servicios como el mío en las Tres Mil Viviendas que llevan treinta años sin ninguna estabilidad laboral.

¿Es usted interina desde hace treinta años?

Lo somos todos y tengo una compañera médico que ya se ha prejubilado siendo interina después de trabajar toda su vida. Ahora van a sacar las plazas y nos piden que nos examinemos. Tiene gracia que después de treinta años trabajando aquí vayan a juzgar nuestras aptitudes profesionales. Opino que si no nos han despedido en treinta años, deberíamos ser fijos.

Si sacara su plaza, ¿pediría un traslado?

No, llevo 30 años desintoxicando gente y quiero seguir haciéndolo. Como le decía antes, es vocacional.

Vía: ABC

Redacción

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