Cultura

Arquitectura monumental

Sevilla alcanzó su mayor gloria entre finales del s. XVI y principios del s. XVIII, cuando a su puerto llegaban todas las riquezas americanas. Arte y arquitectura florecieron gracias al oro de las llamadas Indias y la convirtieron en la capital del mundo. El Renacimiento y especialmente el barroco marcaron para siempre la fisonomía de la ciudad, pero no hay que olvidar su pasado árabe y mudéjar.

Almohade y mudéjar

Entre los años 712 y 1248, los musulmanes cambiaron el aspecto de Sevilla, la fortificaron con una muralla que la rodeaba y erigieron importantes obras de arquitectura civil y religiosa, de las que aún se conservan buenas muestras. Cuando los cristianos tomaron la ciudad surgió el mudéjar, una síntesis de los materiales y técnicas hispano-musulmanes con las formas románicas y góticas que trajeron los conquistadores castellanos.

Del gótico al Renacimiento

El culmen del gótico en Sevilla es su catedral, el mayor templo del mundo en el que predomina este estilo. Grandes vanos, elevadas cúpulas y un tratamiento muy especial de la luz que baña los interiores, frente a la oscuridad imperante en el románico. Carlos V, que celebró su boda en Sevilla en 1526, impulsó las primeras obras renacentistas en la ciudad, como el ayuntamiento.

Triunfo del barroco

El estilo con más arraigo en Sevilla es, sin lugar a dudas, el barroco. Prueba de ello son maravillosos ejemplos como la iglesia de San Luis de los Franceses o el palacio de San Telmo. El horror vacui tan característico del barroco sigue vigente en muchas manifestaciones urbanas, especialmente en las celebraciones religiosas.

Museos

Aunque el plato fuerte de Sevilla es el arte barroco, la ciudad tiene una larga historia y, en los últimos años, está empezando a desempolvarla mediante nuevos espacios como el Antiquarium, con sus magníficos mosaicos romanos; el Centro de Interpretación del Arte Mudéjar; o el castillo de San Jorge, que recuerda su oscuro pasado como sede de la Inquisición desde el s. XV.

Museos de historia

Como en cualquier otro enclave milenario, las civilizaciones han ido superponiéndose, de forma que en cualquier obra que se acomete se descubren huellas de los anteriores moradores. El Museo Arqueológico, cuya ampliación y nueva museografía está aprobada pero pendiente de ejecución, guarda obras de primer nivel que ilustran el pasado de la ciudad; pero estos vestigios pueden verse también en colecciones particulares como la de la condesa de Lebrija o en el centro municipal dedicado al mudéjar. La historia más cotidiana también tiene un hueco en el Museo de Artes y Costumbres Populares o en el nuevo espacio enfocado a la cerámica en Triana.

Historia del arte

Además del omnipresente barroco, que puede verse no solo en el arte y la arquitectura, sino en las tradiciones vivas de la ciudad, Sevilla ha tenido siempre un papel decisivo en la historia del arte contemporáneo. En esta ciudad se fraguó la rebeldía de los primeros abstractos, que comenzaron a finales de la década de 1960 en la galería La Pasarela y, más tarde, en Juana de Aizpuru; y también la eclosión que supuso la figuración sevillana en los años ochenta.